Yo no me meto ni en lo uno ni en lo otro, pero quiero haceros notar que cuando impulsamos una sociedad puritana, en el que nuestra tía soltera está al cargo, lo hacemos para todo. Cuando los ministros se acostumbran a prohibir cosas sabemos pro dónde empiezan pero no tenemos ni idea de por dónde terminan y, sobre todo, empezamos a ser de chiste.
Parecemos de chiste cuando pedimos la liberalización de la marihuana pero cargamos contras las casas de apuestas.
Parecemos de coña cuando pedimos al legalización de las drogas blandas pero pedimos impuestos a las carnes, los procesado y los azúcares.
Y mejor no hablemos ya de movilidad y perritos, dos temas tan fáciles de compatibilizar como los perros sueltos y los carriles bici.
No hay ya modo lógico de sostener esto, amigos. Empezamos a ser ridículos.
Empiezan a ser patéticos.
Empezáis a reíros de vosotros mismos.