Es muy fácil engañar a un pueblo que nada entiende de economía. Esta anécdota es de Perón, pero vale para cualquier país: en enero de 1952, el entonces Presidente regaló una bicicleta ($150) al hijo de un maestro, cuyo sueldo era de $500 brutos. Padre e hijo lloraron agradecidos.
Aquel año, la inflación fue de 39%. Sin contar impuestos, el Estado le dió a esa familia una bicicleta y le sacó en inflación catorce bicicletas, que hubiesen podido comprar si el BCRA hubiera impreso solo los billetes necesarios para reemplazar los gastados, o incluso algo más.
Pero ese año imprimió un 40% más que toda la masa monetaria de 1951. Padre e hijo salieron a insultar almaceneros por subir los precios. Pero no habían subido, sólo perdió valor el peso. La nafta vale hoy lo mismo que hace treinta años: un litro, un dólar.
Aquel niño tiene hoy 73 años y sigue agradecido por la bicicleta que le "regalaron". Así funciona el populismo: engañando a la gente sin educación, y haciéndole creer que el progreso deriva de la "generosidad" del gobernante, y no en el esfuerzo personal de cada ciudadano.