La anomalía española

Advierto que la opinión que pego a continuación en cursiva no es mía, es de un periodista, y es, además, un extracto de una opinión más larga y argumentada. Omito el mensajero y me quedo simplemente con el mensaje con el objeto de minorar los prejuicios que se pudieran tener sobre el autor.

La anomalía española

“Solo conozco un país en todo el mundo con élites empresariales más de derechas que las de España”

La frase me la dijo hace tiempo un inversor internacional con negocios en medio mundo. Alguien que se sienta en las mesas del poder económico en Europa, Estados Unidos y América Latina. Alguien que habla con conocimiento directo. 

“La élite empresarial es generalmente conservadora. La diferencia de España con otros lugares, y esto pasa especialmente en Madrid, es que es una posición política explícita y mucho más unánime. No es solo que las élites económicas españolas sean muy de derechas, es que aquí asumen que si tú estás en una reunión o una comida con ellos es porque también lo eres”.

¿Y cuál es el otro país del mundo cuyas élites son aún más de derechas que las españolas?, le pregunté. 

“Chile”, me contestó.

Supongo que es evidente la conexión. Porque Chile, al igual que España, tuvo una larga dictadura y una “modélica” transición. Que se hizo sin ruptura: ‘de la ley a la ley’ –en Chile, la Constitución del tirano aún sigue en vigor–. Y donde las élites económicas que quedaron con el regreso de la democracia, tras la purga que hizo en cada país su dictadura, mantuvieron intacto su poder. 

Otro empresario –el argentino Martin Varsavsky, fundador de Jazztel– publicó hace unos meses este sintomático tuit.

 

¿Te imaginas una cena en Berlín donde todos los comensales menos uno –que es de otro país– defendieran a Hitler? Que cenas como las que narra Varsavsky ocurran en España no creo que sea por casualidad. 

Son unas élites económicas –especialmente las de Madrid– cuya fortuna no surgió de la libre competencia o del espíritu emprendedor. Buena parte de las familias del dinero se enriquecieron con la cercanía al poder: con monopolios, adjudicaciones y contratas de la Administración. Con la misma “teta pública” que después tanto critican. Con el dinero de los contribuyentes; esos mismos impuestos que después intentan no pagar.

Creo que, además de un clase económica que puede tildarse de ultraconservadora, hay otro poder apoyado en un brazo ejecutor que tiene un problema de sesgo muy parecido. Como se habrá podido intuir me refiero a la judicatura y los cuerpos de seguridad del Estado.

Pero, no lo olvidemos, para que todo este microcosmos de empresarios se acomoden perfectamente a la cámara de eco donde residen tan felizmente falta un ingrediente esencial, un pegamento o aglutinante. La argamasa que permite que las piedras de asiento del lienzo de relaciones que machihembran los poderes directores de este país, no puede ser otra que el cuerpo de funcionarios que se encuentran en la cúspide de los puestos de relevancia. Esos que no se pueden apartar cuando hay un giro de timón en las elecciones. Una minúscula proporción del cuerpo de funcionarios que ha llegado al máximo nivel del organigama de la Administración porque son hijos de, saben cómo hay que ser y qué relaciones hay que mimar para hollar la cima de tu carrera profesional.

Ese facción de "colaboracionistas", que funciona como una secta y se organiza como una organización masónica piramidal, ha permitido, en la mente de esa clase empresarial, la persistencia de una visión del país que podría definirse como preconstitucional. Sin esa élite funcionarial esta democracia tutelada por las élites económicas no habría podido aguantar estoicamente décadas de tiempo funcionando, en muchas decisiones políticas, sociales y económicas, como si aún no hiciera 40 años que ha llegado la democracia.

"Ellos se consideran el país" y los únicos españoles homologables de serlo. Por tanto, todo movimiento social, político y, por supuesto, económico, que minore, condicione o atente contra sus intereses es una anomalía intolerable que debe ser erradicada social, política, judicial, económica, policial y mediáticamente en el menor tiempo posible.