Para quién no le suene esto de la Inteligencia Emocional, viene a ser la capacidad que tenemos las personas de entender los sentimientos que nos ocurren por dentro, porqué se dan y cómo reaccionamos ante ellos. Además también hace de guía en nuestras relaciones sociales y en definitiva nos ayuda a decidir quiénes van a ser nuestros amigos, nuestra pareja o incluso qué carrera estudiar.
Una capacidad tan importante para el ser humano como lo es la de leer y escribir pero tan poco tenida en cuenta, probablemente por desconocimiento de su existencia o importancia. ¿Os imagináis cómo sería la comunicación en la sociedad si cada familia tuviese que enseñar a leer y escribir a sus hijos siguiendo unos criterios propios?
Decir sí cuando realmente se quiere decir no, agachar la cabeza ante una falta de respeto o maldecir a alguien con la que accidentalmente se tropieza, son comportamientos tales de una Inteligencia Emocional deficiente.
Y es que al no existir un "abecedario emocional" sobre la mesa, acabamos desarrollando una Inteligencia Emocional según nos coge a través de referencias como pueden ser nuestros familiares y amigos o las situaciones que nos tocan vivir.
Con una sociedad hiperconectada y a la vez con unos datos sobre enfermedades mentales y suicidios nunca vistos hasta la fecha -sobre todo en la población más joven- urge incluir un plan de educación emocional en la sociedad para que cada individuo pueda desarrollar su capacidad emocional de una manera sana en base a unos valores y criterios acordes tanto a su integridad como a la del resto.
Porque una inteligencia emocional correctamente desarrollada permite -entre otras ventajas- un mejor manejo de la frustración, una mejor toma de decisiones, una mayor empatía y una generación de relaciones más sanas, obteniendo como consecuencia una sociedad más equilibrada.