No creo que sea momento de hablar de quien tiene más razón, pero hay algo que me queda claro: a quien deja morir a su propia madre no se le puede pedir que se sacrifique para salvar a la tuya.
Hay que ser más objetivos, amigos: lo que no nos gusta de la Europa del Norte son sus valores. Ellos no están diciendo que los nuestros se mueran porque van a emplear todos sus recursos en salvar a los suyos. Si fuese eso, podríamos decir que son egoístas, insolidarios y miserables. Pero el caso es que no es así: ellos están dejando morir en primer lugar a los suyos, y por eso mismo, se sienten autorizados a pedir que los demás hagamos lo mismo.
Es la vieja diferencia entre la ley de oro y la ley de hierro.
La ley de oro dice que no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti. Y muchas sociedades, creencias religiosas aparte, se basan en eso.
La ley de hierro dice que tienes derecho a exigir a los demás que soporten lo que tú mismo estás dispuesto a soportar. Y también hay muchas sociedades que se basan en eso.
En el sur de Europa rige la ley de Oro. En el norte, la ley de Hierro.
Y cuando llega la hora de la emergencia, los de la ley de oro defenderán a los débiles y se harán todos un poco más débiles, y los del norte defenderán a los fuertes y se harán un poco más fuertes.
Y no es un juicio moral: es un intento de explicar de dónde vienen las diferencias.