Ahora está de moda hablar de relatos. Se dice que la lucha decisiva entre partidos políticos es la que se da para conseguir que el propio relato, la particular e interesada narración de culpables e inocentes, sea el asumido por la sociedad, o al menos entre los probables votantes del partido que emite ese relato.
Por ejemplo, en la repetición de las elecciones de 2016 el PSOE fue capaz de hacer creible que la responsabilidad de aquello fue de Podemos y personalmente de Pablo Iglesias, a pesar de que Sánchez abrió de manera inmediata las negociaciones reales con Ciudadanos mientras vaciaba de contenido la mesa con los morados..
Este relato en el electorado progresista alcanzó la suficiente credibilidad como para restar votos a Podemos , aunque desgraciadamente para la izquierda no todos fueron ganados por el PSOE.
Así pues, en este juego por los relatos, no se trata sólo de hacer que las explicaciones de tu partido sobre lo que es la “realidad “ social, económica o política sean compartidas. Se busca también que tu relato sobre las conductas de los otros partidos sea asumido, como en el caso del PSOE y el “Iglesias votó no” de 2016.
Y aún es posible dar un paso más allá: se trata de romper el relato del partido contrincante. La victoria por el relato se hace más sencilla si consigues hacer visible en los medios que el discurso de tu enemigo falla miserablemente a la hora de explicar los acontecimientos políticos, los movimientos, las alianzas.
A la necesidad del PSOE de plegarse a las obligaciones que genera la guerra por el relato debemos la ausencia de gobierno desde el pasado mes de abril.
Estas elecciones supusieron un importante triunfo de la izquierda y particularmente del PSOE gracias al miedo al llamado Trifachito. pero la alianza generall entre Ciudadanos, el PP y VOX no solo sirvió para llevar votantes asustados a las urnas en primavera.
Sus efectos son duraderos, ha derechizado la imagen de Ciudadanos de modo que un enorme hueco en el centro del electorado se ha quedado libre y el PSOE se ha apresurado en intentar hacerse con él. Las encuestas desde entonces lo ponen de manifiesto, los socialistas le están robando votos a los de Rivera. Es un proceso totalmente lógico.
Y la única maniobra que han intentado desplegar los naranjas para recuperar posiciones ha sido el famoso discurso de la “banda”: el PSOE se ha aliado con un totum revolutum de independentistas, populistas, comunistas, amigos de terroristas, lo peor de cada casa. Este es el débil contraataque de Rivera, la banda: el truco es imponer esta imagen sencilla y contundente, el asunto no va de sesudos análisis racionales. El PSOE rodeado de una recua heterogénea y caótica de cuarenta ladrones, bolivarianos, rompespañas y asimilados.
Las razones por las que El PSOE no quiere un gobierno de coalición con Unidas Podemos son múltiples, no las voy a detallar, pero hay una que tiene que ver precisamente con la validación o el desmentido del relato de Ciudadanos: tal coalición ratificaría este relato y cegaria el rio de votos moderados que les fluye huyendo de la deriva derechista de Rivera.
Como en los dibujos animados del correcaminos y el coyote, si el PSOE consigue un gobierno en solitario, Rivera parecerá colgado agitando las piernas en el aire antes de precipitarse al fondo de un cañón.
Ministros de Podemos con poder real serían como ese trampolín de madera que aparece repentinamente fuera de cuadro y le salva al coyote de estrellarse. Incluso podría rebotar en él y recuperar una posición más o menos presentable. “la banda” tomaría cuerpo. Esto es el temor de Sánchez,o de Iván Redondo...
La pulsión profunda del PSOE, de este PSOE desde la transición ha sido asentarse en el centro político arañando votos a su izquierda y aplastando cualquier alternativa seria en ese lado.
Aceptar un gobierno de coalición con UP no trae ninguna ventaja, son todo graves inconvenientes: refuerza un rival a su izquierda, seca el drenaje de votos a su derecha y ratifica el relato de Rivera.
Por eso el PSOE no va a aceptar en ningún caso, ni en agosto ni en septiembre, un gobierno de coalición con UP. Es mi apuesta.
Yo no comparto la estrategia del PSOE. Reducir lo que nos jugamos como sociedad a meros cálculos , a imponer mediáticamente una determinada lectura de lo que sucede significa renunciar a hacer Política en profundidad. Limitarse al plano discursivo evita afrontar los cambios que necesitamos como sociedad con urgencia, vencer resistencias, modificar mentalidades.
Esos cambios supondrían riesgos electorales a corto plazo, pero una alianza honesta de las fuerzas de izquierda debería plantearse priorizar los cambios culturales que hagan que una sociedad arrasada por la desigualdad y la globalización deje de votar a sus verdugos. El PSOE asume que una parte importante de la sociedad siempre votará derecha, esa resignación embota la ambición de cambio y no tendría por qué. No espero del PSOE nada de riesgo politico, de cierta profundidad transformadora. Pero este es otro debate.
Lo que queda es hablar de lo que en esta situación puede maniobrar Unidas Podemos.Los de Iglesias deberían de empezar a asumirlo y pensar en consecuencia: El PSOE prefiere forzar nuevas elecciones a darles ministerios. Pensar que unas nuevas elecciones es una mejor opción que un acuerdo programático, con todas las limitaciones que suponemos, con Sánchez, me parece que puede ser un grave error para el PSOE y UP. Para los dos. Pero el PSOE ya decidió asumir los costes de nuevas elecciones si no se sale con la suya.
Sí, dado el tacticísmo del PSOE , nuevamente le toca a UP salvar los muebles a la izquierda de este país haciendo lo que toca, por injusto y desequilibrado que sea.
Pero si Podemos demuestra que puede mediatizar exitosamente la acción de gobierno socialista, en el tablero del futuro pueden aparecer mejores jugadas que en el del presente. Les toca poner imaginación y riesgo a sus tratos con el PSOE, como el correcaminos hace con el coyote..