Hablo de León. Esta vez de León capital. En un bloque de pisos cualquiera por la zona centro, donde viví hace unos quince años.
Éramos veinticuatro vecinos en el bloque. Unos estudiantes, otros trabajadores del montón, y por razones diversas, un multimillonario muy conocido del sector cervecero mexicano. Casi estoy por asegurar que cualquier leonés puede adivinar a qué grupo me refiero. Vale: pues el tipo vivía allí. Como os podéis imaginar, el hombre no daba ningún problema. Todo lo contrario. ¿Hay que arreglar el ascensor? Ya llamo yo a un conocido de mi empresa, que nos lo hace hoy mismo y barato. Y la factura no llegaba nunca, o llegaba al año siguiente, extrañamenrte económica. Lo de la caldera de la calefacción fue legendario, pero no lo voy a contar por aquello de la discreción.
El caso es que, de un modo u otro, si echamos cuentas de la distribución de la riqueza en el edificio, teníamos que un 4% de los residentes acumulaban el 96% de la renta y el 99,5% del Patrimonio. Unos datos realmente asquuerosos desde el punto de vista de la desigualdad. Para hacer una manifestación o pegar fuego al mundo, si estrapolásemos esas cifras a la sociedad entera.
La cuestión es que, por razones tan oscuras como las que le hicieron venir a vivir a nuestro bloque, hace unos diez años, el hombre se marchó. Vendió el piso al dueño de una imprenta y se fue a otra ciudad.
Los índices de desigualdad mejoraron salvajemente. Por lo que yo sé, de veintiocinco vecino, ninguno tenía más del 10% de la renta o del patrimonio. Todos éramos similares. ¿Pero mejoró en algo eso nuestra vida? ¿Mejoró algo nuestra renta o nuestro disfrute de lo que teníamos? La verdad es que no.
La única mejora de la desigualdad es que mejore la renta de los pobres. Que desaparezcan los ricos, por el motivo que sea, no arregla nada en absoluto, salvo las estadísticas de cuatro piraos o cuatro integristas. De hecho, parece que las cosas empeoraron un poco, porque ya no había quien pudiese llamar a un técnico en medio de Semana Santa y conseguir que todo volviese a funcionar en 24 horas.
Cuando publican índices de desigualdad siempre me acuerdo de esto. ¿De qué sirve que los ricos desaparezcan si no mejora la renta de lso más pobres? De casi nada. Digo casi, porque siempre hay algo que aprender: se puede saber quienes son aquellos que que se quedarían tuertos a cambio de que otro se quedase ciego.
Pero no es mi rollo.