La izquierda ha logrado atraer el voto femenino en un alto porcentaje. Las mujeres tienen una tendencia natural a adaptarse a la corriente de pensamiento dominante debido a razones biológicas y necesitan interactuar socialmente para encajar en la sociedad y tener acceso a hombres de alto status social. El sentimiento de pertenencia a un grupo es importante para las mujeres, como se puede ver en las redes sociales donde suelen definirse dentro de un grupo, como feminista, vegana o antifascista.
La religión se aprovechó de la mayor inteligencia emocional y falsa empatía de la mujer para controlarlas. Las mujeres necesitan saber que están haciendo lo correcto, cuidando del débil, siendo justas y bondadosas. Aceptan dogmas sin cuestionar si es moralmente correcto o no si la mayoría de la sociedad lo cree así.
Las mujeres son muy emocionales y poco racionales. Las leyes que se están aprobando desde el progresismo se basan en el sentimiento de la víctima, obviando la intencionalidad, imprudencia o dolo del acusado. La intencionalidad de la otra parte no importa si la mujer se siente acosada, agredida o humillada.
La derecha ha errado al pensar que con medidas racionales pueden atraer el voto femenino. La izquierda ha sido más inteligente al controlar los medios de comunicación y, por tanto, la corriente de pensamiento dominante. La izquierda ha logrado abusar de la ductilidad del cerebro femenino en base a los tres puntos citados anteriormente.
En resumen, la izquierda ha logrado atraer el voto femenino por su capacidad de controlar la corriente de pensamiento dominante, aprovechar la tendencia natural de las mujeres a adaptarse socialmente y explotar su mayor inteligencia emocional y falsa empatía. La derecha ha errado al intentar atraer el voto femenino con medidas racionales y sin entender la importancia del sentimiento de pertenencia a un grupo en las mujeres.