Aunque la mayor parte de la gente con la que hablo, y de la que leo aquí, prevé un leñazo en dos tiempos, creo que es el momento de hablar de las tres fases que seguramente atravesaremos en esta crisis.
1 Crisis sanitaria.
Nos pongamos como nos pongamos, la enfermedad no avanza al mismo ritmo en todas partes. Por dura que sea la cuarentena China, el día que al levanten volverá a haber casos, y esos casos se multiplicarán hasta que tengan que aplicar de nuevo medidas extremas. Lo mismo nos va a pasar aquí. Cuando aquí aplanemos la curva, tendremos que mantener las fronteras cerradas durante mucho, mucho tiempo, para que no lleguen infectados de países donde las condiciones son diferentes.
Esto me hace pensar en un cierre de fronteras de más de un año. Marruecos, por ejemplo, cerró su frontera con España cuando teníamos más casos que ellos. Allí, y lo sé de primera mano, los análisis son anecdóticos y su sistema de salud es endeble, siendo finos. ¿Cuánto tiempo debemos mantener cerrada la frontera Sur? ¿Y suspendidos los viajes con Gran Bretaña?
Va a ser muy largo.
2. Crisis económica
Un parón de este tipo tiene un coste brutal. De momento, parece que la cosa se arregla con dinero, pero el dinero es sólo el símbolo de la riqueza, y lo que se está destruyendo es riqueza, con lo que puede llegar el momento en que el dinero dé más o menos igual.
España vive del turismo y la gente no va a venir. Da igual que sea porque están las fronteras cerradas que porque nuestros clientes están en el paro. No van a venir. Para nuestra economía eso es una tragedia de proporciones épicas.
Pero otros países lo tienen peor, porque su problema no es que se queden sin turistas: es que si se cierran las fronteras, no tienen qué comer, porque importan un porcentaje terrible de la comida que consumen.
España exporta alimentos, ¿pero Japon? ¿Y Gran Bretaña? ¿Y Alemania? Estos tres países dependen del comercio internacional para seguir comiendo. No es que piense que la cosa vaya a llegar tan lejos, peor lo escribo para que tomemos perspectiva de la clase de problemas a los que otros se enfrentan, comparados con nuestra crisis turísitica.
En cualquier caso yo preveo que lleguemos fácilmente a los cinco millones de parados en un momento en el que las economías familiares ya estaban bastante tocadas por la falsa recuperación de la anterior crisis.
3 Crisis social.
Un tiempo después del segundo paso, y por mucho que se intente lo contrario en los medios, se va a desatar la correspondiente crisis social. Por mucho que se intente paliar la exclusión mediante ayudas, es obvio que estás llegarán a donde puedan llegar, y que en situación de escasez la bolsa no alcanza a donde antes alcanzaba. E insisto: no es cuestión de dinero, sino de riqueza.
Sin la inversión necesaria, se deteriorarán los servicios y, mientras algunos exigen que se mantengan sus cruzadas ideológicas, otros mucho pedirán que es el momento de dejarse de chorradas y salir adelante, sin animalismo, sin feminismo y sin ecología. Son simples ejemplo, pero me parecen representativos de tres movimientos que son frutos de la abundancia. O sea, las cosas a las que la gente se dedica cuando tiene sus necesidades cubiertas.
Los empleos por cuota, el medio ambiente,los derechos de los animales y los brazos abiertos a la inmigración van a verse seriamente afectados en esta tercera fase. Algunos llamarán a esto involución. Otros, simple emergencia. El daño social, sin embargo, estará ahí, y la radicalización política es seguro que se disparará.
Con seis millones de personas en el paro, a muchos les va a caer antipático el impuesto al CO2, el albañil marroquí y el encarecimiento del filete por el sufrimiento de la vaca.
La duda, para mí, es sólo si acabaremos a hostias o no. Porque hay mucha gente que cree que con nacer tiene derecho a todo y mucha que cree que los demás no tienen derecho a nada.
Mala combinación.