Vale, que hay que construir vivienda social y que ese es el modo de que baje el precio. Discutimos luego si se otorga en alquiler o en propiedad, por sorteo o por concurso de méritos, con todo lo que ya sabemos que cada opción implica. O sea, la guerra.
Pero vale. Acepto carretillo como vehículo deportivo, venga.
Acepto incluso que expropiamos el suelo a Tarzán de los Monos, a la Iglesia, al ejército, o los fondos de inversión, a los ricos o a cualquiera que os caiga mal. Y lo expropiamos porque nosotros lo valemos y ya está. Acepto incluso que hay sitio para todo eso, y que si no hay, se hacen torres y subterráneos. No vale la pena desviar el tema.
¿Pero dónde llevamos a cabo este plan? ¿En qué ciudades?
¿Os vale Madrid? Pues probamos. El papel lo aguanta todo, y la pantalla más aún, así que expropiamos terrenos y construimos 20.000 viviendas sociales en Madrid en 2023. Esas son muchas viviendas, ¿eh? Eso puede ser una ciudad como Ponferrada. Más o menos.
En estos momentos, acabo de mirarlo, hay en Idealista 8757 viviendas en alquiler en el Municipio de Madrid. Añadir 20.000 más puede suponer una bajada del 20% del precio, aproximadamente, si somos optimistas. Muy optimisrtas, ¿eh? Cojonudo.
En cuanto tengas construidas las 20.000 viviendas sociales en Madrid, serán absorbidas inmediatamente por 20.000 demandantes de vivienda que, ante una vivienda asequible y más oportunidades de trabajo, culturales y de todo tipo, se desplazarán de otras ciudades menores hacia Madrid. Y el precio volverá a aumentar de inmediato.
¿Y qué haces en 2024? ¿Otras 20.000 viviendas públicas? ¿Y así año tras año hasta que 40 millones de españoles vivan en 7 ciudades? ¿Hay algún límite? ¿Paramos alguna vez? ¿O tiene que haber siempre vivienda social asequuible en esas siete ciudades?
Hay que parar alguna vez. Y creo que el momento es ahora.
O se genera un tejido económico sano por todo el país, o el problema del encarecimiento de la vivienda no tiene solución.