-Francisco, ¿quieres ir más despacio? ¿O es que te avergüenzas de ir con tu madre a recibir a Jose Antonio?
-Déjame, mamá.
-Mucho "déjame mamá" pero ¿quién te ha traído en coche?
-Que me dejes...
-A ver cuando te sacas el carné, ¿no? Ya tienes 48 añitos, Paco...
-Te dije que me venía en taxi. No hacía falta que me acompañases.
-¿Y con qué lo vas a pagar, Francisco? Si llevas 6 años en paro...
-¿ES QUE NO ME VAS A DEJAR DE RECORDAR ESO NI EL DÍA QUE DESPEDIMOS A JOSE ANTONIO?
-Y esas pintas que me llevas...¿por qué no me has dejado que te corte el pelo antes de salir?
-¿ME QUIERES DEJAR EN PAZ DE UNA PUTA VEZ?
-Míralo, que varonil se pone...luego bien que me pides que te acompañe al Zara para que puedas comprarte la dichosa camisa oscura...
-PERO REDIOS BENDITO, ¿QUÉ TE HE HECHO YO?
-No nombres a Dios en vano, sacrílego. Que esa es otra...dos meses llevas sin acompañarme a misa. ¿Te has mirado las uñas como las llevas? ¿Cuánto hace que no te las corto? Espera...
-¿PERO QUIERES GUARDAR EL CORTAUÑAS, MADRE?
-Mira, te he preparado unos tupers de tortilla de patatas con cebollita como te gusta y otro de pisto con el tomate frito casero, que el otro te da ardor. Cógelos. Y aquí te dejo el pan.
-Pero mamá, ¡QUE ME VAN A VER MIS AMIGOS!
-¿Qué amigos, Paco? ¿No dijiste que aquello del mariconeo fue solo una fase? ¿Que ya se te había pasado?
-Se acabó. Vuelvo a casa.
-Pero, ¿dónde vas? ¡Te perderás a Jose Antonio!
-¡QUE ME VOY A CASA HE DICHO!
-¡Espera, Paco, que no vas a saber regresar tu solo!