La dificultosa asunción de desagradables verdades sabemos que no está exenta de dolor, contracciones nerviosas, espasmos defensivos y manotazos al aire. La peor noticia con la que tendremos que lidiar en los próximos años, el inevitable calentamiento planetario, va a generar un abigarrado albúm de estas reacciones inútiles.
Negación: Esta etapa, la de negar que tal cosa esté ocurriendo parece superada. Aún quedan muchos irreductibles, pero en lo que a las instituciones internacionales y gobiernos se refiere, el discurso manifiesto, la posición oficial es que tal cosa existe, y en los términos generales que describe el consenso científico: calentamiento global producto de la actividad humana.
Ahora estamos con pie y medio en la siguiente fase:
Cinismo: Los centros de poder real a los que me refería en el momento anterior (gobiernos, instituciones internacionales, grandes empresas) conocen lo que va a ocurrir, las medidas que habría que tomar para reducir el calentamiento a valores manejables, y sobre todo, las consecuencias para ellos inasumibles de esas medidas.
Puesto que el resultado de toda esta ecuación es muy feo de mirar, la acción se limita a puro maquillaje, despliegue discursivo, incentivos para medidas que son insuficientes, presión para culpabilizar al consumidor…Pero se bloquea cualquier decisión que impacte en las cuentas de resultados o que amenace con generar desafección y malestar ciudadano. No se va a poner en riesgo ni la generación de riqueza ( el business as usual) ni la reelección de quien tendría que implementar medidas que inevitablemente empeorarán el acceso al consumo.
Sin el “derecho” a consumir esto no se sostiene. No se sostiene el empleo y la economía, pero tampoco lo hará la paz social entre las clases .Que podamos consumir es la esencia de esa “libertad” de la que hablan nuestros liberales, ”consumir cada uno según sus apetencias, comprar según sus posibilidades” (perversa vuelta de tuerca del dicho marxista “cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades”), el automatismo del consumo, su facilitación es la base profunda de la gratificación social y la legitimación psicológica para millones del actual estado de las cosas.
El greenwashing no solo es una práctica empresarial, es la regla general de este momento, la estrategia compartida.
Aceleración: Puesto que el cinismo mercadotécnico no sirve sino para evitarnos las verdades, para engañarnos en el presente puesto que no va a evitar que la concentración de CO2 siga escalando, las consecuencias climáticas empezaran a ser primero molestas. Y después la cadena de acontecimientos se liberará. A pesar de los esfuerzos de la comunidad científica por determinar qué sucederá, sospecho que muchos de ellos serán imprevisibles: hace millones de años que no se da en el planeta un cambio climático tan endemoniadamente rápido. Los sucesos se acumularán en crescendo acelerado.
En España habremos de asumir sequías repetitivas y prolongadas, en otros lugares inundaciones catastróficas, costas sometidas a temporales destructivos, cosechas menguantes, inflación de precios….
El deseo de recibir alguna buena noticia me hace pensar que quizá entonces se comiencen a adoptar decisiones con influencia real en las emisiones globales, pero me temo que para entonces se haya sobrepasado ya el punto de no retorno; un reciente estudio de la universidad de Oxford fecha en 2035 este momento. Porque la adopción de medidas eficaces no se hará sin fuerte resistencia, sin idas y venidas, la presión política de los perjudicados no cesará hasta que el cambio del sistema de producción y consumo haya avanzado.
Conmoción: si se sobrepasan los dos grados de calentamiento las formas de vida se verán muy afectadas, y las consecuencias políticas tampoco son previsibles, pero serán contundentes. No es lógico pensar que todo esto no tenga un fuerte impacto que modificará radicalmente nuestras sociedades: el urbanismo, el trabajo, la demografía… quienes puedan permitirselo marcharan a vivir a otros lugares con temperaturas menos rigurosas, las ciudades se convertirán en sumideros de calor solo habitados permanentemente por los más pobres, la presión migratoria se multiplicará exponencialmente. La desigualdad en una situación climática caótica y dañina tendrá efectos mortales en muchos casos
El paisaje después de la tormenta, qué tipo de sociedad resultará de este terremoto dentro de 30 o 40 años creo que es imposible de prever. Sospecho que habrá sorpresas, y que en gran parte dependerá de la respuesta política que predomine: colaborativa o competitiva.
Puede perfectamente darse en un sentido reactivo, defensivo: reacciones de exclusión, de impermeabilización de fronteras externa e internas, de apropiación de los recursos (mejores lugares para vivir,agua, tierras de cultivo) por quien tenga más poder, de fragmentación. Una nueva alta edad media postmoderna, una nueva Edad oscura. El paso último que no me atrevo a vislumbrar, pues, podría ser un sálvese quien pueda por sociedades y territorios .