Por muchas vueltas que le demos, al final resulta que el enfrentamiento político se centra en lo obvio: los que ponen, contra los que reciben. Los que reciben quieren recibir más, y los que ponen, quieren poner menos.
Lo que más gracia me hace en este debate es el empeño de muchos en ofuscar los conceptos, para que no quede claro quién pertenece a cada grupo. Pero la econometría es sencilla en este aspecto, definiendo los grupos de aportantes netos y receptores netos. Todo el mundo aporta de algún modo (vía IVA, por ejemplo) y todo el mundo recibe de algún modo (vía uso de carreteras, por ejemplo), pero aún así hay grupos de población que reciben del conjunto y grupos que aportan al conjunto.
En general, y dejando para los aburridos las excepciones, son receptores netos, siguiendo el criterio de caja:
-Los niños. Por razones obvias, reciben de otros los bienes que consumen. Esto se prolonga hasta que son productores, por lo que en esta categoría tenemos que meter a todos los no emancipados, estudiantes, etc.
-Los pensionistas: reciben a día de hoy sus ingresos de las aportaciones de los demás. Aportaron en su día, pero como el sistema no es de capitalización, sino de reparto, a día de hoy son receptores netos.
-Los dependientes: en este capítulo se engloban incapaces, deficientes, receptores de pensiones de viudedad, orfandad, discapacidad, integración, etc. Gente que percibe sus ingresos de la caja social por diversos motivos.
-Funcionarios y trabajadores públicos: aquellos que perciben sus ingresos de la caja común, y aportan sus servicios a la caja común. Por supuesto que pagan sus impuestos, pero pagan una parte de lo que perciben (o de lo contrario vivirían del aire), pro lo que son receptores netos.
-Trabajadores del sector privado pagados por el Estado: el ejemplo típico son los profesores de la enseñanza concertada, pero hay muchos más.
-Quienes realizan actividades fuera de mercado: como decimos que nos centramos en el criterio de caja, pertenecen a este grupo los que se dedican a cuidar a personas de su familia, amos y amas de casa, ociosos en general, poetas líricos y asimilables, y en general todos los que no perteneciendo a los grupos anteriores viven de todos modos sin generar rentas directas propias.
Como veis, no hay por aquí ninguna calificación moral. No se juzga el valor de lo que estas personas hacen, sino que se constata simplemente el hecho de que sus rentas son secundarias, o procedentes de rentas ajenas.
Por el lado contrario, como aportantes netos, tenemos:
-Empresas: pagan un porcentaje de sus beneficios y una parte importante de las cuotas de la Seguridad Social de sus trabajadores.
-Autónomos: personas que son empresas en sí mimas y que pagan por sus beneficios y aportan sus cuotas a la Seguridad Social.
-Trabajadores por cuenta ajena del sector privado. Pagan una parte de sus ingresos y una parte de sus cuotas de la Seguridad Social.
-Beneficios de las sociedades públicas: empresas públicas que, siendo propiedad de todos, aportan a la caja común el monto positivo de su resultado de explotación.
-Los muertos: gente que, perteneciendo a un grupo u otro, revierte al Estado una parte de su riqueza en forma de impuesto de sucesiones. Este apartado es terriblemente complejo utilizando el criterio de caja, pues la herencia que deja un funcionario no es, por este criterio, igual que la herencia que deja un empresario. Algunos autores lo consideran neutro, pero yo prefiero incluirlo.
Y no hay más.
No hay más que mirar el número y capacidad de unos y otros para ver cómo están las cosas. Si, por ejemplo, se suben las pensiones o los sueldos de los funcionarios, ambos del grupo primero, el dinero tiene que salir del grupo segundo.
Los viajes de estudios de los estudiantes, salen del grupo segundo.
Las fiestas de cumpleaños salen del grupo segundo.
Por decirlo de alguna manera, TODO sale del grupo segundo en términos NETOS, porque el grupo primero aportan, pero NO en términos netos, ya que sus ingresos también provienen del grupo segundo.
El enfrentamiento real está ahí: Un grupo de aproximadamente 12 millones de personas es, en España, aportante neto. Por el lado contrario, 33 millones son, de manera aproximada, receptores netos. La rario ya es bastante corta, y la demografía nos dice que en pocos años nos podemos encontrar con sólo 10 millones aportantes y 35 millones de receptores.
Dejar sin servicios a los receptores no es electoralmente sostenible.
Desplumar por completo a los aportantes, no es económicamente sostenible.
Ahí está el problema. Ahí está la verdadera batalla.