Yo, que puedo afirmar que tu perro causa una mayor huella ecológica que mi coche, propongo que se cree un impuesto canino para cubrir este menoscabo ambiental. Los perros ensucian, los perros molestan, y no son en su mayoría necesarios para el desempeño de ninguna actividad. ¿Por qué tendrían que estar libres de impuestos? ¿Acaso nos van a pagar las pensiones?
Podríamos hablar de dejar exentos de la tasa a los perros pastores y a los lazarillos, pero si estamos en una sociedad que pide que cada cual pague según contamina, quizás habría que estudiar el impacto en las cuentas municipales de tantos millones de cagadas y meadas, con bolsita o sin bolsita, o el coste de lasn horas de sueño perdidas de los vecinos de chuchos ladradores.
Quizás lo ideal, siguiendo el ejemplo de los impuestos a los vehículos, sería poner un impuesto fijo por hocico y un variable por peso, acompañado de otro variable por cantidad de pelo que sueltan y alguien debe recoger. La tabla no debería ser difícil de elaborar, con la colaboración de veterinarios, criadores y actrices porno.
En cuanto al seguro, además de los posibles ataques y mordeduras, debería considerarse también la posibilidad de causar daños a personas con alergias y otros eventuales perjuicios biológicos o epdimeiológicos a terceros, de modo que quien, estando en un establecimiento que los admita, sufra este tipo de daño y pueda acreditarlo, proceda a reclamar la corerespondiente indeminización que tan difícil es conseguir en estos momentos.
Todos tenemos amigos peludos, perros o no, y sabemos que al final nos cuestan caros. Ya es hora de transmitir ese coste a lso responsables en vez de trasladarlos a la sociedad en su conjunto.