Los 12 minutos que separan esas dos llamadas han sido peor que estar muerto.
Las llamada eran de la madre de mi mujer. La primera era muy nerviosa porque no encontraban a nuestro hijo de 4 años, la segunda llorando para desahogarse porque lo habían encontrado.
Cuando a uno le llaman para decirle que no encuentran al niño, no es porque lleven 3 minutos sin verlo. Lo han buscado por toda la casa y no lo ven, han gritado su nombre y no aparece de pronto han visto que la puerta no estaba bien cerrada.
Los vecinos, alertados por gritos de la madre, lo buscaban.
He llamado a mis hermanos, ellos también lo buscan.
En esos 12 minutos y con esa información, el cerebro empieza imaginar lo peor mientras la adrenalina te pone en un tremendo estado de alerta.
Voy conduciendo hacia casa a toda velocidad. Pienso
- El niño no es de irse solo, y además iba descalzo.
- No me vuelven a llamar , siguen buscando, no aparece....
- Por dios qué este bien. Mientras esquivo coches a toda velocidad, rezo lo poco que sé, cualquier ayuda es buena.
-Siguen sin llamar... Joder!!
Se te vienen a la cabeza todo tipo de desgracias que has oído/leído/visto.
De pronto me llaman otra vez. Lo han encontrado, está bien, se había dormido en un nuevo escondite.
La tensión era tal, que escuchar eso da paso directamente al llanto. Miedo, adrenalina, impotencia, todo eso deja paso a un llanto irrefrenable que me obliga a parar el coche para evitar accidentes.
Me calmo, respiro, llego a casa. Lo abrazo intentando no enseñarle el miedo que he pasado.
Han pasado 6 horas y cada vez que me acuerdo se me encoje el corazón y lloro.
28 Segundos. Eso es lo que tarda la vida en cambiar tu mundo para siempre.
Pd: Sí, estoy durmiendo en su cama.