#508 Creo que este artículo es el que mejor lo aclara. Estados Unidos se cargó al yihadista que decapitaba rehenes americanos, y esta es la reacción de los yihadistas. Gracias.
“Uno no se da cuenta de que se está muriendo. Por eso sa la muerte por congelación se le llama la muerte dulce”.
Ehhhh... creo que no, la muerte dulce se le llama a la provocada por una intoxicación por monóxido de carbono.
Me duele en el alma cuando la gente confunde fitoterapia con homeopatía. Para resumir: la fitoterapia se basa en observaciones empíricas de los efectos de sustancias obtenidas de las plantas (algunos de ellas fácilmente contrastables, como efectos laxantes o broncodilatadores); la homeopatía es un cuento sin fundamento.
Me gustaría compartir el optimismo del artículo, pero mientras haya gobiernos que se aprovechen del fanatismo religioso para controlar las masas, es difícil ver próxima la erradicación de las religiones o, por lo menos, el establecimiento de los gobiernos laicos.
Dear Anne Bottle: You are the bomb. Please go shitting milks to look for the meaning of "progresista" in a dictionary. If you had two fingers of forehead, you would hallucinate little cucumbers. Sadly, we all know that you are more silly than Abundio so you're gonna keep on dropping pearls like this. Please go to fry asparragus with a relaxing cup of cafeconleche.
#6 Es justo lo que he pensado. Pero entonces, ¿el artículo se traduce en que han descubierto que las mutaciones fuera de los ORFs (open reading frames) también alteran la traducción en proteínas (cosa obvia), pueden originar enfermedades y se pueden trackear?
Pues a mí me parece una iniciativa original y que cumple con sus objetivos: hacer olvidar el cáncer por un segundo a los pacientes y recaudar fondos para la causa. Me ha encantado.
Vaya tonterías he leído por aquí… Como que la depresión tiene un gran componente de egoísmo y autocomplacencia… Increíble. La depresión endógena u orgánica se origina por desequilibrios en los neurotransmisores cerebrales (o eso creen), y puede aparecer perfectamente sin un suceso previo desencadenante.
Cuando sufrí mi primera depresión grave, no tenía ningún motivo para sentirme mal, pero me odiaba a mí mismo, tenía la autoestima por los suelos y al final en una crisis psicótica intenté suicidarme. Por suerte, fui tratado por una psiquiatra excelente que, aparte de recetarme la medicación pertinente, me recomendó mucho ocio y que hiciera en cada momento lo que quisiera, y a mi familia les dijo que nada de forzarme a salir a dar paseos o hacer deporte. También tuve mucha suerte porque tanto mi jefa como mis compañeros y amigos eran conscientes de que estaba enfermo, y de que no era un estado voluntario en el que había escogido permanecer sólo porque me sintiera triste. Pero no todo el mundo es tan comprensivo, y ser un enfermo mental todavía conlleva cierto estigma social, así que termina suponiendo una importante traba laboral en muchos casos.