Tiene tela, la pasta y los beneficios se la llevan siempre los mismos, los amiguitos del ayuntamiento. Venga publicidad para unos y los comerciantes de toda la vida, que han aguantado ahí los peores años del barrio que se jodan.
Creo que no habéis entendido nada, no se trata de hacer un botellón enorme e indisciminado, sino del absurdo que supone que yo vaya a un bar y por tomarme mi caña en la puerta me multen a mi y al bar, en sitios como por ejemplo el rastro un domingo a la mañana, que más sucio y ruidoso no puede ser o enfrente de un montón de ruidosas terrazas y me asimilen por ello al tan diabólico botellón. Y el señor de bar, que sale a recoger los vasos paga impuestos como el del puesto del rastro que lo deja todo tirado y hay que pasar con la limpieza, que no digo que no porque lo ha pagado con su tasa, pero el del bar también lo paga con sus impuestos.
Por cierto lo he llamado botellón porque así lo dice la ley, bueno no usa esa palabra, es argot, pero criminaliza por igual ambas conductas.