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kikepakua

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Primark discrimina a las madres lactantes [89]

  1. Lo que cabrea a las madres lactantes y padres acompañantes es bien sencillo: que la norma particular de un establecimiento se erija como algo inapelable por encima de las necesidades del bebé. ¡Por supuesto que la madre puede salirse de la tienda para dar de mamar! No creo que sea ese el problema. La raíz del asunto es que parece que la norma es sagrada. Bien, las normas no vienen de una divinidad, vienen de las personas, luego pueden cambiarse. ¿El problema es que en los centros comerciales no se puede comer? Falso, pues en la mayoría hay puestos intermedios de chucherías y encurtidos precisamente para eso. ¿Alguien ha visto a algún vigilante de seguridad que invite a salir de su respectiva tienda a una persona que entra comiendo una golosina?. Veo habitualmente cientos de personas mascando chucherías de colorines y no pasa nada. ¿El problema es enseñar el pecho? Falso, pues en la mayor parte de las ocasiones las madres lo muestran parcial e imperceptiblemente al empezar y al terminar la toma. Hay mucho más pecho en las fotografías de la tienda o en los numerosos escotes del verano. ¿Entonces? ¿El riesgo cuál es? ¿Que se manche algo de la ropa expuesta? Lógico si entras comiendo una hamburguesa chorreante. Pero la leche no suele salir como un géiser, y el bebé está al quite porque le interesa que todo se quede en su cuerpo. Las madres amamantando no manchan, o al menos no lo hacen más que cualquier otra persona.
    Entonces, no soy capaz de ver el problema. Justificar el rechazo porque existe una norma que lo prohíbe es, en sí mismo, un argumento vacío, porque las normas deben obedecer a razones que las sustenten. Quien dice “Si no te gusta la norma, no entres” está simplificando el problema de forma infantil. Una norma razonable sería: “no se puede entrar a la tienda en patines”. Obvio. Riesgo de atropello, caída, etc. Norma sin sentido: “no se puede entrar si mides menos de 1,60 y pesas más de 80 kg porque la ropa que diseñamos te quedará mal”. Discriminación. Trato diferencial. Norma vacía. Ahí está todo el asunto. ¿Lo respetarías porque es “la norma”?. También eran normas las cláusulas suelo de una hipoteca (con firma de por medio), y se están revocando.
    Y, por supuesto, han de prevalecer los derechos del más débil, en este caso el bebé. Todo el mundo dice que la madre debe salir de la tienda y volver a entrar, que es cosa de poco tiempo. ¿Nadie ha hecho colas para comprar? ¿Nadie ha estado esperando 15 minutos a que le cobren? ¿Por qué tiene que irse o dejar que el niño llore en lugar de solucionar el problema in situ?
  1. #2 El argumento de ser mamífero y natural no es erróneo, el problema y lo que es en esencia, ignorancia, es sobre-extenderlo a todos los procesos naturales y atacar con el argumento del hombre de paja. Porque no es comparable la naturalidad de un bebé y su necesidad de alimento, con la necesidad adulta y meditada de defecar, aunque ambas sean conductas naturales. Entre otras cosas, la naturaleza nos ha dotado de la emoción del asco para el que ve, y el pudor para el que lo realiza. Es universal sentir asco ante una persona que defeca, mientras que sentir repulsión por ver una mujer amamantando no lo es en absoluto. El rechazo es algo sólo cultural, hipócrita, y por suerte bastante reducido (a pesar de que parezca lo contrario).
    En cuanto a las connotaciones sexuales del pecho, son más evidentes en un cartel de 3x2 metros con una modelo enseñando lencería mínima (allí mismo, en Primark) tapando a duras penas una areola perfilada con Photoshop. No lo son tanto cuando la mujer apenas muestra durante unas décimas de segundo el pezón al dar de mamar (a veces ni eso) y sigue a lo suyo sin darle más importancia. Ver algo sexual en ese acto está mucho más cerca del trastorno que de la cordura.
    Y, por supuesto, han de prevalecer los derechos del más débil, en este caso el bebé. La comida de los niños es la leche, y ellos no eligen horarios. Cuando llora es que ya ha sido tarde para darle de comer, así que toca sacar teta y alimentarlo. Como madre, poco me importaría la opinión estética de quien se siente molesto, que seguro tiene sus necesidades cubiertas. En cambio, mientras se teoriza sobre lo correcto y la moralidad, mi hijo tiene hambre. Y ese es el único hecho objetivo e inmediato.
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