SANTIAGO MENÉNDEZ Director de la Agencia Tributaria
Un cortesano muy 'popular
Publicado en el mundo en 2013, para que no se nos olvide quien es el prenda.
«Poca, por no decir nula capacidad técnica. Capacidad técnica que es inversamente proporcional a su influencia política. Vamos, un político metido a inspector». Palabra arriba, palabra abajo; matiz de más, matiz de menos; así resumen sus compañeros la idiosincrasia de Santiago Menéndez, el hombre a cuyo mando la Agencia Tributaria vive la mayor crisis interna y externa de su historia reciente.
La élite de la Agencia Tributaria, los 1.200 inspectores de Hacienda, son una suerte de familia en la que todos se conocen, ya sea personalmente o de oídas. Desde tiempos inmemoriales son vox pópuli las andanzas y, no digamos, los modos y maneras de los gerifaltes de los departamentos más sensibles, como la Oficina Nacional de Investigación contra el Fraude (Onif) o la Unidad de Grandes Contribuyentes en particular, o la Inspección en general.
«Por sus obras le conoceréis», apunta un pata negra de la Agencia Tributaria cuando se le mienta el nombre de Santiago Menéndez, más conocido entre bastidores por su mote, Treméndez. Este economista gijonés de 54 años no sólo tiene fama de «comisario político», sino también de «autoritario». «Cuando Daniel Goleman universalizó el concepto de inteligencia emocional, no debía estar pensando en él», apunta echando mano de la ironía un alto cargo que trabajó codo con codo con él segundo, antes de ponerse serio y subrayar que «gusta de estirar su potestas porque sabe que carece de auctoritas dentro de la casa».
Criterios políticos frente a los técnicos
Menéndez tomó nota y, al día siguiente, cinco fueron relevados
Pero si por algo destaca es por anteponer los criterios políticos a los técnicos. Cuentan que irrumpió en la Dirección General de Recaudación -su segundo destino de tronío tras la Delegación de Asturias- «cual elefante en cacharrería». Convocó a los que debían ser sus… » ver todo el comentario