Poco tiempo ha, yo, joven de los de "esta juventud"[modo agüelo OFF] por aquel entonces, me hallaba en el autobús yendo a un destino incierto [que no me acuerdo, vamos]. Rebosante el público transporte de gente dispar, regocijábame por haber podido colocar mis posaderas en un asiento.
Lleno el autobús, vislumbré en lontananza (metro y medio de autobús/lata de sardinas) una dama de avanzada edad (viejuna, vamos) en pie, y, honor caballeroso en ristre, pronto me levanté para amablemente cederla mi asiento.
Quiere usted sentarse, buena señora? - La llamé.
Oh, pardiez, si.- Me contestó
Te bajas ya? - Con las cejas arqueadas disparó.
No, señora. - Esquivé
Pues entonces te has cansado de estar sentado. - Fulminantemente concluyó.
Muerto por su verbo, el resto del viaje mascullando pasé. Mirándola con odio en la distancia, mi fé en la humanidad se disolvía lentamente.
Esta historia es tan triste y verídica como la cara de bobo que se me quedó. Cuidado, que la educación debe ser recíproca, si no puedes hacer que la gente abandone las buenas costumbres.
Pero bueno, alucino. No es cuestión de opiniones de si deberían ser juzgados o no. Es tan simple como que si han cometido un delito, o se les acusa de ello, DEBEN ser juzgados. Como todo hijo de vecino.
Éste ha descubierto a Goebbels en una feria del libro. "Repite mil veces una mentira y se convertirá en verdad". El problema es que sólo se ha convencido a sí mismo.