No me percaté de su existencia hasta hace poco tiempo.
Cuando la vi con esa melenaza, esa nariz de cerdita pícara (que por algún motivo está en crecimiento indefinido), esos ojos marrones como el color de las excreciones salidas de la retaguardia biológica de la vida y esa voz fuerte y convincente, sabía que la había encontrado. Había encontrado a la mujer más puta de todas. Y pido perdón al resto del colectivo pues ella está a otro nivel y no se merecen sus compañeras ser comparadas con tal persona. ¿Persona? Bueno, creo que alguien debería crear una palabra nueva solo para definirla a ella, oh mi amor.
Pero pobrecilla ella, a la que nunca le consta nada y que siempre difiere de todo. Difiere… difiere… ¡Diferido! Me encanta este vocablo, y creo que a ella también. ¡Ay, que de cosas en común! Mi amor más oscuro y podrido crece a velocidades estratosféricas cada vez que abre su boquita para dejar escapar alguna que otra falacia maquillada con la misma mierda con la que acicala su cara.
¡Qué dolor de Dolores, qué dolor! Es verla y una profunda sensación de diarrea inunda mis entrañas. El problema es que mi bella dama no es mujer de un solo hombre, pues hay cientos de miles como yo que sienten un amor irrefrenable de esa pobre alma sin culpa de nada.
Si alguna vez llego a conocerla, espero que sea tras unos majestuosos y fuertes barrotes del metal más duro que exista, oh mi bella dama. Le deseo la mejor desgracia de todas, haga lo que haga, vaya donde vaya. Mi amor por ella será eterno por siempre.
No me percaté de su existencia hasta hace poco tiempo.
Cuando la vi con esa melenaza, esa nariz de cerdita pícara (que por algún motivo está en crecimiento indefinido), esos ojos marrones como el color de las excreciones salidas de la retaguardia biológica de la vida y esa voz fuerte y convincente, sabía que la había encontrado. Había encontrado a la mujer más puta de todas. Y pido perdón al resto del colectivo pues ella está a otro nivel y no se merecen sus compañeras ser comparadas con tal persona. ¿Persona? Bueno, creo que alguien debería crear una palabra nueva solo para definirla a ella, oh mi amor.
Pero pobrecilla ella, a la que nunca le consta nada y que siempre difiere de todo. Difiere… difiere… ¡Diferido! Me encanta este vocablo, y creo que a ella también. ¡Ay, que de cosas en común! Mi amor más oscuro y podrido crece a velocidades estratosféricas cada vez que abre su boquita para dejar escapar alguna que otra falacia maquillada con la misma mierda con la que acicala su cara.
¡Qué dolor de Dolores, qué dolor! Es verla y una profunda sensación de diarrea inunda mis entrañas. El problema es que mi bella dama no es mujer de un solo hombre, pues hay cientos de miles como yo que sienten un amor irrefrenable de esa pobre alma sin culpa de nada.
Si alguna vez llego a conocerla, espero que sea tras unos majestuosos y fuertes barrotes del metal más duro que exista, oh mi bella dama. Le deseo la mejor desgracia de todas, haga lo que haga, vaya donde vaya. Mi amor por ella será eterno por siempre.