De nuevo en el barro, España

Y aquí estamos otra vez, querida España. Enfangados hasta el cuello con una corrupción y golferío generalizados, sistémicos, que con independencia de lo que diga la justicia, ya tiene un hedor insoportable.

De nuevo apareció una oportunidad fantástica, la pandemia, en la que cualquier pringao que fuera amigo o familiar de un político podía trincar dinero público sin conocimiento alguno. Tal y como pasó en la anterior pandemia de corrupción, donde se creó un caldo de cultivo en torno a la construcción de características similares.

Y no se trata de alguna excepción, un verso suelto, sino un entramado bien organizado (aunque no muy inteligente) de corrupción de poder a todos los niveles.

Pero lo más sorprendente de todo no es que el sistema esté funcionando, lento pero implacable, y ahora veamos los resultados de una labor profunda y objetiva de escrutinio de la labor política. No.

Lo más asqueroso de todo esto es que la mierda brota sólo por la guerra entre partidos. Filtraciones, traiciones, sacrificios de peones o alfiles en busca de una presa mayor... si sabemos algo de corrupción es porque entre los partidos están usando esa navaja para pincharse.

Curiosamente hace dos años casi exactos publiqué este artículo: old.meneame.net/go?id=3631244

Una herramienta con la que se podían analizar las adjudicaciones en la Junta de Castilla que publiqué por la indignación que me provocó que los escándalos de entonces vinieran de un soplo.

¿De verdad era tan complicado recopilar la información, analizarla e identificar casos claros de fraude?

Está por ver el impacto que tiene esta situación en la sociedad. Hace años la corrupción fue uno de los ingredientes principales de la movilización ciudadana, pero el desgaste, las cloacas, los errores propios y ajenos han desdibujado completamente aquel sentimiento.

Tocar poder en gobiernos de coalición supone, también, tolerar y dejar pasar ciertas cosillas del compañero. A tu cuñado no lo aguantarías si no fuera tu cuñado, pero tienes que pensar de otra manera si quieres que la familia vaya bien.

Eso supone que para mejorar la sociedad, como postulado de izquierda, necesariamente esté acompañada de una relajación en la exigencia a tu compañero de viaje, si es que quieres llegar a algún lado.

Así que aquí estamos, de nuevo, querida España. A lomos de una corrupción salvaje.