Qué vergüenza Argentina y Paraguay. De la culpabilidad alemana, el cinismo suizo y la basura holandesa me lo esperaba. De los microestados que viven de la limosna estadounidense también.
#3 Has cenado poco, te despiertas, te tomas un café porque nada más levantarte no entra nada, llega el mediodía, pasas del pincho de tortilla porque vas a ir a comer el menú, te llaman, tu marido, que ha perdido un dedo en el curro, te acercas, te dan las dos, las tres, estás famélica...
Yo hubiera hecho lo mismo, sin comer no se puede estar.
#9 Si el murciano renuncia a su murciandad, aprende el idioma, pule el acento y reza mirando a Bélgica se le acepta, con muchas reticencias, pero se le acepta.
#6 No te creas, hay mucho Tío Tom dispuesto a matar por mejorar su acervo genético incorporando apellidos extraños, y con esos, si llevan bien aprendido el credo, transigen
#3 Se les ha escindido el ala dura, como le pasó al PP con Vox. Pero, bendito estado de las cosas, mientras el racismo y la xenofobia internacional están fuertemente penados en el discurso público la xenofobia circunscrita al territorio nacional está plenamente aceptada. Lo condenable se lo quedan los outsiders como la oligofrénica de Orriols, el resto lo conservan.
Los postconvergentes tienen el partido plagado de xenófobos indeseables como el que firmó la columna. Nada nuevo para quien no tenga esa ceguera selectiva que mide el ultraderechismo según el número de franjas de la bandera.
Cuando su cacareado plan consiga para Argentina los estándares de riqueza y bienestar que han atraído a centenares de miles de argentinos hasta aquí que hable.
#13 Los inmigrantes no tienen como objetivo enriquecer al lugar a donde van pero lo hacen. ¿Cómo se produce y se crece sin mano de obra? Mandaban pasta a sus lugares de origen, sí... ¿Y la plusvalía que se quedaba el empresario local? ¿Y los negocios que surgieron al calor del aumento poblacional?
Gran parte de la riqueza de Cataluña se debe a esos inmigrantes que llegaban en trenes como el ganado y que hoy los hijos de los dueños de las fábricas y sus acólitos denigran llámandoles colonos. Es repugnante.
La arrogancia, el desprecio y la xenofobia típicos de convergencia. Desprecian a los inmigrantes que acudieron durante décadas a enriquecer su paisito porque para ellos (y para gran parte de la supuesta izquierda catalana) la riqueza la genera el empresario, eso sí, siempre que tenga los apellidos correctos.