Rediseño a través de la utilización de infografía de una "muy pequeña" habitación en la que se puede vivir "alegremente" y con todas las comodidades que se requieren en estos días.

La ilustradora [...] dijo que el diseño de Uzaki-chan no era exacto y que no representaba a las mujeres reales. Posteriormente, la autora emitió una disculpa a la comunidad japonesa y declaró que su intención no era occidentalizar al personaje y mucho menos quitarle sus rasgos asiáticos [...] Cientos de usuarios expresaron su apoyo a Abby [The Last of Us] y su rechazo a Uzaki-chan, mientras que otros resaltaban los defectos de Abby. Este debate originó que un usuario publicara una ilustración de Abby golpeando a Uzaki-chan y volándole la cabeza

Paramount acaba de lanzar un nuevo tráiler de Sonic The Hedgehog y hay que reconocer que los diseñadores han dado en el clavo.

Me pregunto si estas estéticas escarpadas, que ahora son comunes en los sitios web de vanguardia, pueden trabajar a escala en aplicaciones móviles utilizadas millones de personas. La nueva interfaz de Instagram abrió el camino: ¿se podrá replicar este esfuerzo en otras categorías, como por ejemplo en juegos)? ¿Es el brutalismo una moda o el futuro del diseño de aplicaciones? ¿Serán estas aplicaciones más usables y agradables? Algunos expertos sugieren que cuanto más texto, más compromiso. ¿Qué tal si llevamos esta idea al extremo?

Generalmente los cambios en esta industria han girado en torno a mejorar las sensaciones. Para ello se ha optado por incluir estrías externas o por conseguir un menor grosor del látex, sin que eso influyera en la seguridad. Es decir, preservativos más finos pero con menos posibilidades de romperse. Igualmente, han girado en torno a incluir valores añadidos en cuanto a sabores o sensaciones, pasando no solo del frío al calor, sino también a las sensaciones retardantes. Sin embargo, no ha habido un gran cambio en cuanto al diseño de su estructura

Mike Levchenko es un ilustrador petersburgués que ha reimaginado el diseño de famosas marcas internacionales. Así hubiesen quedado de haber sido adaptadas a la versión soviética.

Érase una vez un cocinero llamado Walter que, gracias a sus guisos, consiguió amasar una gran fortuna. No lo hacía solo. Para ello, contaba con la ayuda de su pinche Jesse y una caravana, el lugar donde solían cocinar. Y, aunque los platos de Walter no resultaban del todo saludables, un buen grupo de fans no dudó en pagar grandes sumas de dinero por lo que salía de sus pucheros. Se volvieron locos por el color azul.