Aunque Shreya Siddanagowder tiene que tomar inmunosupresores el resto de su vida, como todos los receptores de trasplantes, las nuevas manos le han sentado de maravilla. En un hecho que ha sorprendido a sus médicos, las extremidades, que eran más velludas y oscuras, son ahora más claras y se parecen más al resto de su cuerpo.