Cultura y divulgación

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Delacroix, el pintor que nos contagió el embrujo por Oriente

En 1832, dos años después de la ocupación francesa de Argelia, el conde de Mornay invitó a Eugène Delacroix a acompañarle en un viaje diplomático por el Magreb.
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Rigoberta Bandini y el pecho estilo Delacroix

Delacroix hizo de Marianne una figura poderosa, enérgica y libre. El momento es tan vibrante y ella tan soberana, que es difícil no apropiarse del conjunto de manera continua. La libertad guiando al pueblo (1830) hace referencia a las revueltas populares contra Carlos X de los últimos días de julio del mismo año en el que se pintó. A pesar del tratamiento realista con el que construye Delacroix, ella no existe. Es la única figura alegórica del conjunto, en el que las mujeres no aparecen luchando por sus libertades a pesar de que sí lo hicieron.
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Delacroix, en busca de la luz de Cádiz durante aquella cuarentena de 1832

El historiador Juan Antonio Vila ha reconstruido el desconocido viaje del pintor a la ciudad, en la que tuvo una producción «frenética» de dibujos y acuarelas que, tras su muerte, se perdieron o se expusieron en museos tan prestigiosos como el Thyssen o CaixaForum con una ubicación errónea.
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Viajeros románticos por España (siglo XIX)

Viajeros románticos por España (siglo XIX)

Tras la Guerra de la Independencia, España experimentó una invasión de viajeros extranjeros, atraídos por la nueva corriente romántica, empeñada en atribuir a nuestro país características propias de un lejano reino de Oriente. Gracias a aquella “moda”, que se prolongó durante todo el siglo XIX, la Península recibió incontables visitas de grandes literatos, pensadores y artistas. Así fue como se forjó el mito de la España romántica, un lugar casi mágico en el que era posible vivir en carnes propias un sinfín de aventuras.
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menéame