Corría el s. XVI cuando en el entonces ministerio de Hacienda, es decir, el Consejo de Hacienda de la época de Felipe III, se tenía a un fiscal de alta alcurnia, un tal Baltasar Gil Imón de la Mota. Ocurría que, igual que ahora a los padres se les llama “viejos” y a los hijos, a veces, se les denomina “críos”, entonces, en pleno siglo de oro, a los hijos se les llamaba “pollos”. Sí, sé lo que te estás preguntando. El femenino se empleaba, por supuesto, si lo que se tenían eran hijas. este tal Baltasar tenía dos, Fabiana y Feliciana