Desde luego la llegada de Lizarraga fue el hecho decisivo para que el pueblo se enganchara al proceso de industrialización, pero bien es verdad que si no hubiera sido con él hubiera sido con otro, para el caso es lo mismo, tan sólo cambiaría el nombre, porque el quehacer manufacturero, industrial, el vasco lo lleva en la sangre y por ahí marchaba el siglo, a nuestro favor, nos viene de algo tan atávico como construir nuestras viviendas aisladas, en caseríos, el hecho de estar solo obliga a ser autosuficiente, a fabricarse las cosas que se necesitan, a la iniciativa privada, es una diferencia básica con Castilla, allí se agrupan en burgos, ciudades, y la iniciativa pierde responsabilidad en lo colectivo, las cosas se pueden traer de fuera, nuestro primer amor es el trabajo, en vasco el trabajo es lan, mire la cantidad de empresas que lo utilizan para autodenominarse, Orbelan, Burulan, Colan, Lancoop, etc., la explicación no es mía, es de don Julio Lasa y en fin, a mí me convence, lo que ocurre es que somos un país de locos...
Lectura insólita de El Capital. Raúl Guerra Garrido.