Sólo había dejado fotos: rostros serios, tensas muecas, sonrisas perennes en labios caducos, esponjados infantes vestidos de marinero, soldados, ediles, cuellos de almidón, mostachos desafiantes, ojos como platos, santos lacerados por males diversos, cientos de cabezas tocadas con idéntica pamela, campesinos en ropa de domingo, cristos sangrantes, artistas de medio pelo agarrados a un bastón, afeitados impecables, vestidos de raso, calvas de azogue, familias numerosas posando al completo, ramos de novia, flores de plástico, vírgenes...