Con toda probabilidad no me conozcáis, aunque he sido portada en Menéame. Mis disculpas, mi ego tiene personalidad propia.
(Introduzcan risas en lata).
Hace ya casi ocho años que trabajo en el extranjero como enfermero, tres años en Francia, y pronto hará cinco en vivo en Reino Unido, habiendo trabajado a duras penas dos meses en España cuando me gradué. Mi historia es la de otros tantos profesionales allá justo antes de que estallara la crisis: decidí irme "un añito" a aprender otro idioma y vivir la experiencia, y luego volver a mi tierra natal. Y... bueno, ya podéis imaginar el resto de la historia.
Algo que he aprendido en el extrajero es a valorar mi profesión. ¿A qué me refiero con esto? Veréis, ser enfermero es, y disculpadme la palabra, una mierda: Hay que tragar con situaciones emocionales durísimas, en cada turno te juegas la salud (literalmente), en su mayoría mantienes horarios antisociales, tienes siempre un riesgo legal por cada acción que realizas... y para rematar, no está bien pagada.
¡Pero Manuel, que un enfermero a tiempo completo no cobra nada mal!
Vale, sí, puede que sea cierto. En Francia cobraba tranquilamente 2000€ al mes, y en Inglaterra un poco más. Pero llamadme raro: teniendo en cuenta que un ingeniero informático (como mi cuñado mismamente) cobra el doble que yo, trabajando de lunes a viernes unas cómodas siete horas a la semana... Lo voy a decir claro: la enfermería sigue considerándose una profesión vocacional y por ello se toleran salarios no acordes a los sacrificios que requiere.
¡Pero Manuel! Que él es ingeniero, y tú solo un enfermero, él ha estudiado mucho más tiempo que...
Cuando el ingeniero informático se vea teniendo que tomar decisiones a vida o muerte (literalmente) como parte habitual de su profesión, entonces hablamos. Y cuando eso ocurra volveré a preguntar por qué él cobra más que yo.
Pero volvamos al tema: he dicho antes que he aprendido a valorar mi profesión. ¿A qué puedo referirme tras tanto despotricar sobre todo lo malo de la misma? Me refiero a la estabilidad laboral, por supuesto. Y es que en Reino Unido tener un puesto de trabajo permanente es la normal, no la excepción. Cuando llegué aquí trabajé un tiempo como autónomo (Agency Nurse) y luego entré a trabajar en el NHS por entrevista. Ni bolsa de puntos ni hostias en vinagre: entrevista de trabajo y padentro.
(Bueno vale, fallé dos entrevistas antes de conseguirlo, pero es lo de menos.)
La sorpresa me ha chocado más que nunca durante el último año. Ya hace tiempo que planteo la posibilidad de volver a España. Al final, la tierra tira, se echa de menos a la familia y, aunque me gusta mucho Inglaterra, en Mallorca (mi tierra natal) hay mucha calidad de vida. Y claro, he estado preguntando a colegas de la profesión y de la universidad a ver qué me contaban de cómo estaban las cosas por ahí.
Voy a recogeros algunos testimonios que he recibido últimamente:
1) ¡Ahora hay muchísimo trabajo! Fíjate, los últimos tres meses he estado encadenando contratos. Ahora trabajo una semana en tal hospital, luego pillo un contrato de dos semanas en tal clínica, y luego encadeno con...
¿Discúlpeme usted? ¿Soy el único que ve la precariedad aquí? Claro, ahora tengo muchos contratos, pero luego un día te sueltan "ya no hay más contratos" y más te vale haber ahorrado. Y lo más triste de todo es que cuando respondo esto mismo, siempre me responden que "es que un trabajo permanente es muy complejo, esto es lo mejor a lo que puedes aspirar. Es lo que hay".
2) ¡Manuel, que me han dado un me en UCI pediátrica! ¿Qué hago? ¡Yo no sé nada de eso, pero si no cojo el contrato me penalizan!
¿Alguien recuerda al bebé Ryan? ¿No? Yo os lo recuerdo. La enfermería, como cualquier ciencia de la salud, es tan amplia que es imposible ser bueno en todo. En Inglaterra es impensable que un enfermero ejerza en una UCI sin un mínimo de experiencia y entrenamiento en la misma (por lo cual es normal pasar un par de semanas o un mes de "supernumerary", trabajando junto a otra enfermera para aprender). En España sin embargo, si dices que no aceptas tal contrato porque no sabes del tema, te penalizan.
En un país en el que se hubiera dado un entrenamiento decente a las enfermeras que llegan a servicios especializados, Ryan no habría muerto. Lo que ocurrió ahí fue una desgracia propiciada por la inexperiencia de una enfermera recién salida de la universidad. Por todos los santos, ¡llevo tres años en UCI de adultos y no me atrevería a trabajar en la UCI pediátrica sin supervisión!
3) He aceptado trabajar un mes de gratis en una clínica con la promesa de que luego quizá me hagan un contrato. Pero es que si no lo acepto yo, otro lo hará. Es lo que hay.
¿Tan poco amor propio tenemos? ¿A este grado ha llegado la desesperación por trabajar de lo que sea, al punto de ejercer una profesión sanitaria de gratis? Permitidme que lo ponga en otras palabras: ¿hemos llegado al punto de aceptar la responsabilidad de cuidar de personas enfermas o muy enfermas, con todos los riesgos legales y de salud que ello implica, gratuitamente?
Y por desgracia, es lo que hay. Cuatro palabras que cada día que pasa detesto más. Es-lo-puto-que-hay.
4) Entre quitarme pagas extras y demás, en mi clínica me deben seis mil euros. Pero es que no me vale ni la pena denunciar, así que me voy y doy el dinero por perdido. Es lo que hay.
Otro es lo que hay. Suena a broma, pero no lo es, sé de varios casos que han ocurrido en clínicas privadas. Pero claro, no puedes denunciar porque las tasas judiciales son caras y encima, como pierdas, los costes te llevan a la ruina; no puedes montar un escándalo mediático porque entonces no te vuelven a contratar (y al final en este mundillo se conocen todos). ¿Lo adivináis? Es lo que hay.
5) Estoy matada con las oposiciones, estudiando montón de temario que no me sirve para nada como enfermera. Pero es mi única posibilidad de obtener una plaza fija eventualmente. Es lo que hay
Las-putas-oposiciones. Algo que si vuelvo a España dudo que jamás me saque, y no porque no pueda, si no porque no-me-da-la-gana. Una maldita mafia montada en torno a estudiar temario absolutamente inútil, que no evalúa la capacidad o competencia del examinado como profesional sanitario, si no su inteligencia lógico-matemática y la memoria.
¿Y de qué sirve esto? Para tener la ilusión de que todos tienen las mismas oportunidades. Y punto. Oh, y para cobrar los pastizales que cuestan los cursos de preparación a las oposiciones y mantener a los que están en las listas cogidos por los huevos para que tengan que aceptar cualquier contrato que les ofrezcan. Adivinadlo: es lo que hay.
6) Tengo que hacer todos estos cursos para tener más puntos para la bolsa (y por supuesto pagados de mi bolsillo). Es lo que hay.
Como enfermeros debemos actualizarnos continuamente, leer, estudiar, acudir a cursos de formación, etc. El tema está que en Reino Unido, el propio hospital para el que trabajo me ofrece estos cursos mínimos gratuitamente (cosas como soporte vital básico y avanzado, lectura de ECGs, actuación en emergencias... por poner unos pocos ejemplos).
En España te lo tienes que montar tú mismo, y normalmente eso supondrá el estar suscrito al SATSE que ofrece estos cursos. O pagártelos tú mismo, y no suelen ser baratos.
7) Hoy llego al servicio nuevo, le pido ayuda a la enfermera y me dice que me las apañe. Y así en cada sitio al que voy.
Aceptando que hay personas estúpidas en el mundo, pongámonos en situación: Imaginad que sois la enfermera fija en un servicio complejo, por ejemplo hematología. Y cada dos semanas el personal va y viene, te llega uno nuevo que no tiene ni idea tres veces al mes para irse en pocas semanas. ¿Vosotros gastaríais el mismo tiempo e ilusión en enseñar a cada novato que os llega?
Os aseguro que yo no tendría ganas de seguir haciéndolo, aunque la formación es una de mis pasiones como enfermero.
8) Me acaban de llamar para que esté mañana mismo en Granada para hacer unos turnos, y yo vivo en Sevilla. ¡No conozco a nadie en Granada y no tengo donde dormir, pero si no voy me penalizan!
¿Lo adivinan ustedes? Injusto, pero es lo que hay. He puesto estas dos ciudades como ejemplo, pero conocí a un chaval que lo penalizaron porque le pidieron ir a Ibiza a trabajar... ¡desde Mallorca! Y sí, damas y caballeros, es lo que hay.
9) Bueno, sí, todo esto no está nada bien. Pero es lo que hay, Manuel, tendrás que apechugar si quieres trabajar aquí.
Estas palabras me las dijo una amiga muy querida la última vez que estuve en Mallorca.
"Es lo que hay". O haces lo que te piden o no trabajas, no te quejes o no trabajas, no rechaces un trabajo o te penalizan, págate los cursos o pierdes puntos, estudia cosas inútiles para tener más posibilidades... Etcétera, etcétera, etcétera.
¿Qué ha pasado con vuestro espíritu? ¿Cómo es posible que en una situación claramente injusta, claramente inclinada a mantener una precariedad laboral en la que tengamos que aceptar cada migaja que nos tiren como un banquete, nadie se queje? ¿Cómo es posible que los propios sindicatos no estén convocando huelgas, luchando por nuestros derechos, forzando a mejorar la situación laboral del eje vertebral de la sanidad?
Esto solo podría arreglarse de una forma: por la fuerza. Convocando una huelga a la vez, exigiendo mejoras en las condiciones laborales, exigiendo una estabilidad laboral. Una huelga que demuestre, una vez más, que el cuerpo de enfermería es esencial para mantener el sistema sanitario y la seguridad social. Tomar ejemplo de los estibadores, que ¡ole sus huevos! han vencido la batalla por sus derechos como trabajadores.
Pero eso no va a ocurrir. Porque la enfermera española cree que esto es lo normal, que siempre ha sido así, y que nada va a cambiar.
Eso no significa que yo vaya a dejar de quejarme y de denunciar las situaciones injustas. Si algo bueno saco de mi experiencia ejerciendo en el extranjero es que he aprendido los mínimos que estoy dispuesto a aceptar para ejercer mi profesión. Que la inestabilidad laboral no debe ser la norma en una profesión de la que depende todo el sistema sanitario español; que es inaceptable que los mismos dinosaurios sigan aposentados en los colegios de enfermería desde hace años con tácticas más bien sospecehosas; donde se amenaza y coarta a las enfermeras que se atreven a alzar la voz en contra; donde el colegio oficial de enfermería habla más de una canción que de los problemas de la profesión... y un largo etcétera.
Es muy posible que yo solo no pueda cambiar nada, que aparezca como "el pesao de la enfermería" de Menéame. Pero eso no evitará que siga denunciando una situación que es injusta con una profesión que no deja de ser mi pasión en esta vida, a pesar de todo. Con un poco de suerte, acabaremos reuniendo los suficientes profesionales, veremos los mismos problemas y podremos plantarnos en firme, presentar nuestras propuestas y exigencias, y decir "esto es lo que hay".