Me dedico al social media desde hace más de siete años y en muchas ocasiones me ha tocado organizar concursos y sorteos de distinto tipo. En mi trabajo, he “regalado” desde botes de crema a vueltas al mundo y un montón de productos más o menos apetecibles entre medias. Esta tarea me ha puesto en contacto con la avaricia de la sociedad en estado puro, y si queréis mi opinión, las trampas y la ambición por ganar no dependen del valor del premio porque he visto (intentar) hacer trampas en muchos de los sorteos.
Debido a este trabajo, he llegado a identificar a una serie de personas que se dedican, no sé si profesionalmente, a participar en concursos y sorteos. La mayoría de estos "concurseros" tienen perfiles en redes sociales creados ex profeso para esta actividad y se organizan para llegar al mayor número de premios posible.
Cómo se organizan los concurseros
Las personas que se dedican a concursar como afición suelen estar organizados en grupos de Facebook o en foros. Algunos son públicos, y cualquiera puede participar aportando los premios que ha visto en la red pero hay otros privados. No os voy a engañar: a las marcas para las que he trabajado les viene muy bien tener controlados estos grupos porque si organizan algún sorteo ya empiezan a ganar muchos participantes de golpe.
Hay otros grupos en los que la figura del moderador es más fuerte y tienen normas para que los niveles de spam se mantengan dentro de los límites tolerables. Y por supuesto, en los foros habituales también suele haber hilos dedicados a promocionar este tipo de actividades.
Los internautas han andado avispados y ya existen algunas páginas web en las que se recopilan los sorteos y en algunas de ellas te piden donaciones (o directamente una tarifa) para introducir y publicitar tu concurso en ellas. Las más habituales son Concursator, Regalos y muestras gratis y en general cualquiera que aparezca en Google buscando “sorteos y concursos".
Modus operandi
Los perfiles de Facebook y de Instagram de los concurseros nos devuelven unos usuarios vacíos en los que solo vemos las imágenes del sorteo en el que esté participando. Muchos de ellos escriben la fecha en la que se conoce al ganador como comentario de la imagen y algunos incluso la borran pasada esa fecha. Verbigracia:
Cuando se trata de sorteos en los que se pide invitar a otros usuarios, podemos saber su círculo de amigos solamente siguiendo la pista de a quiénes mencionan, o incluso saber cuáles son sus identidades múltiples para participar. Me vais a perdonar que esta parte no os la documente porque atentaría contra la ley de protección de datos, pero creedme si os cuento que he llegado a enviar tres premios de tres sorteos distintos a tres usuarios con distinto nombre que se llamaban igual y vivían en la misma casa.
Los enemigos de los concurseros
Como Internet es un reflejo de la vida real, también aquí encontramos a personas dispuestas a hacer que el bien prevalezca, y en varias ocasiones me han llegado mensajes directos a páginas en las que organizaba los sorteos, como esta que os adjunto a continuación:
Tras este mensaje, la persona que lo mandaba me detallaba un grupo de unos cincuenta perfiles de Facebook que tenía que tener en cuenta, y que se organizaban para participar en todo… y para llevarse muchos premios, claro. Imagino que muchos de los ganadores se sienten realizados por el hecho de serlo, más allá de la ilusión de que les toque un bote de crema de tres euros, pero supongo que el destino final de muchos de los premios sea acabar revendidos en Walapop a no ser que vivan en mansiones amuebladas con cosas gratis.
Seguiré investigando y luchando contra los concurseros. Y por supuesto os iré contando mis aventuras.