Doce años después de la catástrofe ecológica de Aznalcóllar (Sevilla), el entorno del río Guadiamar está regenerado. La balsa minera de la que salieron los 4,5 millones de metros cúbicos de lodos que contaminaron el río permanece sellada bajo placas solares. Un total de 84 hectáreas de los antiguos terrenos que explotaba la multinacional sueca Boliden acogen un pequeño parque para la industria medioambiental. Y el afluente del Guadalquivir está ya colonizado por nutrias y flanqueado por un extenso corredor verde de chopos y alisos
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