La capital de Estonia convierte en gratuito el transporte público. El Concello de Vigo paga doce millones de 27 que ingresa Vitrasa, pero el billete sigue siendo caro. Lo que buscan Tallín y las ciudades francesas que aplican la gratuidad es sencillo: eliminar vehículos de las calles, acabar con la congestión del tráfico, reducir la contaminación y aspirar al sueño de cualquier urbe de hacerla más habitable. Relacionada:
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