Hace unas semanas, la industria discográfica se propuso asustar a unos cuantos para intentar detener un fenómeno que parece imparabable: el intercambio de archivos. Mientras tanto, los sellos siguen recaudando millones, y ofreciendo a los músicos contratos irrisorios. El NO descubre el debate ideológico que se esconde detrás de la supuesta crisis de mercado.
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