Las flores han servido desde hace años no sólo para decorar, sino para ser comidas y ofrecer un toque distintivo de aspecto, olor y sabor a los platos de cocina de vanguardia. Pero ya no se podrán seguir utilizando por una normativa europea que no considera este producto como un alimento. Josep Pàmies es un agricultor dedicado al cultivo de flores comestibles. Lo hace desde hace 25 años pero ahora ha recibido una carta de la Agencia Catalana de Consumo donde le han avisado que no puede seguir vendiendo su producto si es con fines culinarios.
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