Julia es ciega. Eso no le ha impedido sonreír y disfrutar como la que más del paseo que le dio en exclusiva Kubica, que con gran cariño la fue guiando entre mecánicos e ingenieros para que pudiese tocar y sentir en primera persona el volante de su FW42, las curvas de sus alerones o el calor que desprenden las ruedas con las mantas protectoras.
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