A los poderosos no les gusta nada en absoluto ser ridiculizados y mucho menos por brillantes caricaturistas. Bastaría pensar en déspotas como Donald Trump o Vladímir Putin para imaginar su aversión y su odio hacia los cómicos que los critican. Por ello, el victorioso general de la posguerra se ensañó con aquellos artistas que se habían mofado de la figura bajita y la voz atiplada de Francisco Franco al tiempo que habían denunciado su crueldad sin límites.
|
etiquetas: traka , mongolia , república , franco , caricaturistas