Su sistema financiero ha tenido dos grandes pasatiempos estos últimos años: por un lado ejercer de paraíso fiscal para rusos con dinero que ocultar, y por otro prestar dinero al gobierno griego. Lo primero no tiene por qué generar demasiados problemas; lo segundo es una receta para el desastre, especialmente tras la suspensión de pagos parcial del año pasado. A efectos prácticos, esto quiere decir que el sistema financiero de Chipre es insolvente.
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