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Pijos y macarras

La histérica reacción del diputado popular explica por sí sola el desprestigio de los políticos. Si de verdad les preocupara su fama, los parlamentarios marginarían a tipos tan exaltados, los retirarían de la primera línea. En el grupo popular tiene que haber otras personas más capaces para el puesto de viceportavoz. Personas más educadas, que sepan hablar con propiedad, que digan a la primera lo que quieren decir, y nos ahorren el cansino capítulo del desmentido posterior. Y lo más importante: tiene que haber personas que sepan leer, seguro.

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