Un estudio estadounidense muestra que los creyentes son más proclives a prolongar artificialmente su vida.El trabajo se ha hecho en el prestigioso Dana-Farber Cancer Institute, y ha consistido en un seguimiento de la evolución de 345 personas con un cáncer terminal.El principal hallazgo, según publican los autores en JAMA es que los pacientes que se definían como más religiosos se sometían más veces a tratamientos como respiradores artificiales u otras técnicas agresivas, que no tienen una capacidad curativa pero sirven para alargar la agonía.
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