Cuando, gin tonic en mano, alguno de los clientes de una gran discoteca de Madrid se disponía a pagar su copa, el camarero aprovechaba para almacenar toda la información de su tarjeta de crédito usando un lector. Después, entregaba la numeración a una banda que fabricaba una tarjeta falsa y comenzaba de inmediato a hacer operaciones. El líder de la banda, que llevaba más de 10 años sin trabajar y conducía un lujoso Audi TT, está ahora en prisión preventiva junto a otros tres cabecillas de la red.
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