Etmológicamente hablando, así es. La palabra orquídea deriva del griego ορχις, orquis, que quiere decir testículos. ¿Por qué? Por la forma de los tubérculos de las orquídeas del género Orchis, y porque así las bautizó allá por el siglo IV antes de Cristo el filósofo griego Teofrasto.
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