No se sabe cuánto apostaban los dos campesinos de Aix-en-Provence inmortalizados en Los jugadores de cartas, la célebre partida pintada hasta en cinco ocasiones por Paul Cézanne hacia 1890, pero seguro que el dinero en liza andaba muy lejos de lo que la familia real de Catar ha pagado por una de las obras de esa serie: 191,6 millones de euros, lo que la convierte en la más cara de la historia entre las vendidas de forma pública y que, según los expertos, redibuja la estructura del mercado del arte.
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