Lo que ha sucedido con Obama era inevitable (un político no tiene más remedio que seducir si quiere ser votado). Pero su equivalente catalán sí podía evitar la sobreexposición. El equivalente catalán de Obama no es un político, sino un entrenador. Josep Guardiola. Durante un par de largos años ha maravillado. No solamente por sus grandes éxitos, sino por sus muchas virtudes. Talento, trabajo, estudio, rigor, meticulosidad, vocación de servicio, ilusión, inteligencia emocional, espíritu de sacrificio, responsabilidad, liderazgo compartido...
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