Cuando el psicólogo estadounidense Hall Beck comenzó su investigación sobre el pequeño Albert pensó que quizá tendría un final feliz. Pero hay pocos finales felices en la historia de la psicología de principios del siglo XX. El caso de aquel bebé sometido a las pruebas del doctor Watson se sigue enseñando en las facultades como uno de los excesos más siniestros del Conductismo, y su destino ha sido una incógnita durante años hasta que Beck ha atado todos los cabos y ha desvelado el desenlace en American Psychologist.
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