Una nueva clase social está adquiriendo una importancia creciente en nuestro país y parte del extranjero: se trata de los privilegiados, y cada vez hay más. Ese colectivo, tan desagradable para los pringaos de todo tipo, no cesa de crecer en número y no precisamente por su tasa de natalidad, aunque seguro que se pasan el día entregados a la lujuria los muy libertinos, sino a medida que se va ampliando el concepto de privilegio.
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