Aunque vivimos en el hipertecnológico siglo XXI, miles de millones de personas siguen irracionalmente apegadas a oscuros mitos heredados de nuestro pasado más ignorantemente remoto. Y ello conlleva que, aunque las pruebas y las explicaciones científicas son accesibles a todos y gracias a internet en todo momento y lugar (siempre y cuando se tenga el más mínimo interés en buscar información y aprender), en este mundo hiperconectado siempre se puede hacer el más absoluto ridículo intelectual.
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