Un joven alemán de 14 años, Gerrit Blank, puede considerarse afortunado, después de que le impactara en el brazo un meteorito. Un trozo de roca al rojo vivo, que un tamaño no mayor al de un guisante cruzó a más de 50.000 km/hora rozando su mano, para después hundirse la carretera. La consiguiente onda de choque hizo que el adolescente saliera volando
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