La derecha ha logrado convertir en axioma que no hay más camino que el suyo. Haberlo logrado es su mérito, pero también el demérito del PSOE, incapaz de transmitir el mensaje de cómo es la deuda privada (de familias, empresas y, por supuesto, bancos) y no la pública la que nos ha empujado al precipicio. Argumentar que el problema resulta demasiado complejo para los no expertos equivale a abdicar. Así nos va.
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