La normalización de relaciones entre China y Panamá ha caldeado el ambiente en el estrecho de Taiwán. Con la pérdida de dos aliados en solo dos meses (también Santo Tomé y Príncipe), Taipéi ha caído de forma estrepitosa en la cuenta de la neta insuficiencia de su poder exterior. Por más que algunos, dentro y fuera, abunden en las motivaciones económicas –que las hay- para explicar el reciente giro panameño, lo cierto es que la omnipresencia global de China actúa como un poderoso imán para terceros difícil de evitar
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